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viernes, 18 de julio de 2014

Axones.


Ver el mundo a tu lado, pero a saber como sería verlo con tus ojos. Quisiera ser tan pequeño como para sentarme en tu mejilla y ver tus sueños, maravillado como aquel niño que se sienta una noche en un acantilado a ver el universo.

Cuidar la goma con la que borras tus miedos, y abrillantar el pincel con el que plasmas tus deseos. Lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de haber vivido. Son los cambios que hemos provocado en las vidas de los demás lo que determina el significado de la nuestra. Pues somos arte.

Sonreir de incredulidad ante tales obras, en lo que somos, dos protagonistas que se miran y no dudarían en pasar infinitas reencarnaciones juntos. Anda que no salen mejor las cosas con 4 manos y 4 ojos. Pozos sin fondo que emanan caudales impresionantes de sorpresas. Cintas giratorias que convierten cosas en vivencias. Maestros y alumnos y viceversa.
Que bien se vive cuando estás a gusto contigo mismo, y que privilegio cuando en el "contigo mismo" reservas una pequeña parte de ti para incluir a esa otra alma artista.

Una conexión que se comporta como una unidad y que comprende que si una se hace bien a si misma, hará feliz a la otra parte. Y si se daña la otra intentará mitigarlo. Vínculos, enlaces en los cuales si echas desechos se perderán, y si fortaleces te acompañarán para toda la vida, garantía de eficacia.

La embriaguez del paisaje llena hasta tu último átomo, que vió como un deseo se convertía en realidad.

Coge el boli que yo te sujeto el papel.










viernes, 11 de julio de 2014

Que venga un cactus.


Voy creando puertas enormes exponencialmente al ritmo que me cierran otras. No me hace falta un título para considerarme ingeniero. Aunque aún no pueda diseñar puentes o demás múltiples infraestructuras oficialmente, me encanta mi lado ingeniero que diseña mi vida.

Al igual que existen unos aminoácidos básicos para la correcta alimentación, cuando tienes un objetivo que te llena, hay un sentimiento sólido base que es el que sujeta el alcanzarlo. Un motor que te mantiene firme, con la proa centrada en un punto por mucho que varíe la popa, esas cosas que no controlamos pero que rápidamente manejamos para volver al camino. Una brújula que estés donde estés en condiciones normales siempre va a apuntar al norte y que si algún campo electromagnético la vuelve loca, nuestro subconsciente está suficientemente decidido para limpiarlo y devolvernos la orientación. Ese músico que se alimenta del cariño de sus fans omitiendo su atención a sus detractores haciéndole más experto en el arte de apreciar lo bueno.

No se si juntando esos ejemplos con sus respectivas sensaciones me acerco a lo que me impulsa, pero no andaré muy mal encaminado.

Hablo de tu fidelidad, la más importante, a ti mismo. Fidelidad a tus ideales y objetivos sanos y constructivos. Ese sentimiento base que te saca una sonrisa sincera que te alegra más el alma que la cara. Ese que te convence de que nada va a hacerte tambalear, ese que es capaz de superar todo porque lo crees de verdad. Ese que hace que en cualquier obstáculo, tus lágrimas corran menos de lo que lo hacen tus piernas.
Esa pasión a dar tu corazón en lo que vives, entregarlo sabiendo que ya puede acercarse un cactus que tu vas a continuar fiel a lo que buscas. Esa pasión que hace que las malas experiencias no rompan las bombillas que alumbran el camino a tus alegrías.
Que cuando se trata del amor, como en la antigüedad, el general era el primero en liderar las batallas solo pensando en la victoria. Nunca dando las riendas de sus convicciones a nadie, siendo él mismo el que se las cuidaba. Independiente, decidido, confiado.

Ese alma que lleva tatuada que si el universo se rige por el amor y la armonía, nadie le va a impedir disfrutar de ellas. Ese va a ser su motor, su impulso. Tanto su objetivo como su realidad.

A cruzar el oeste, en busca del mar, y disfrutar del camino.