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domingo, 17 de diciembre de 2017

Sobre el enamoramiento:



Dependiendo de la persona, a veces el enamoramiento es un motor que te da más fuerza e impulso a disfrutar el amor a otros niveles sintiendo como ambos son albañiles de sus propias almas, la ilusión y admiración del constructor, del que sabe que no se le va a acabar nunca la materia prima y que los ladrillos que usan son los mejores, del que sabe que esa sensación va a estar dentro de ti hasta que te mueras, que no es algo pasajero, ni temporal.
Y otras veces, el enamoramiento es una soberbia gilipollez estúpida en forma de capricho efímero que te hace valorar tonterías mandando lo realmente importante a tomar mucho viento y que cuando se acaba esa corta etapa, ya no queda nada.

Menos mal que de lo segundo estoy vacunado.

Lo peor de todo, es que muchas personas son adictas al enamoramiento continuo, y cuando se terminan los ladrillos de plástico con purpurina, la pseudo-estructura se diluye, y se quedan sin poder construir nada. Y se mojan cuando llueve. El otro enamoramiento por contra, sirve para construir hogar, empezando por uno mismo, con su propia casa, para después, formar un rascacielos entero.